domingo, 17 de julio de 2011

Cuando llego a la ciudad. (tu sabes cómo va a ser?)

No puedo separar mis ojos de los tuyos. Es difícil dejar de sonreír. Nuestro primer encuentro no había sido una gran cosa, había sido muy rápido, yo sabía que tú te esperabas mucho más de mí, y yo me había quedado con ganas de más. Había cogido mi mochila y me había ido para la pensión que siempre alquilo cuando llego a la ciudad, estaba solo a unos pasos de la cafetería, no me acompañaste, no era necesario te había dicho. Nos íbamos a volver a ver en una hora, se había organizado una cena y salida nocturna. La cena era en un sitio donde las piedras de la pared también se llaman 'penas' y donde a mí me basta la compañía, el vino y los flanes de la casa para saciarme. Me duché para borrar las horas del vuelo, y pensaba a tí.

El restaurante estaba a 28 pasos de mi pensión, Santi había reservado una mesa para seis. Tú ya estabas allí, sentado, hablabas con Alicia y comías un trozo de pan que acababas de trocear. Me acerqué a la mesa,  me puse detrás de Alicia, con mis manos en sus hombros y os saludé a todos "hey no se ofrece nada a un pobre emigrado!?". Abracé y besé a todos mis amigos, tú seguías siendo el amigo de mi amiga, nadie nos había presentado. Te levantaste, estabas de nuevo en frente de mí me acercabas un vaso, "Hola, soy Antón, el amigo de Alicia". Cogí el vaso, haciendo mucha atención a no tocar tus dedos, para no hacerme más mal, "Antón! hola chaval, qué ganas tenía de encontrate, este personaje lleva años hablándome de tí" . Miro hacia ella, que espera a que terminemos nuestra "primera conversacion oficial" para acercarse. No pude evitar saltar hacia ella y abrazarla, como hubiese querido hacer contigo de modo natural la primera vez que te había visto, un par de horas antes.

Ruído, platos que iban y venían, olores de siempre, vino y risas. Yo aprovechaba cada momento en el que hablabas con alguien, para mirarte y estudiarte, quería ver bien el color de tu piel, en tus brazos, en tu cuello. Notaba como la camiseta se ajustaba a tu cuerpo cuando te movías para poner más agua o vino en los vasos de los otros. Me gustabas. Cuando nuestras miradas se cruzaban, sonreíamos sin decir una palabra. Alicia y Fran me preguntaban cosas para poder organizar un viaje por Italia, Marta estaba un momento hablando con los camareros y tu me mirabas mientras Santi se acercabba a tí ocupando el sitio libre de Marta. Cuando Marta llegó a la mesa, nos hizo notar que Santi ya estaba en las suyas, con el nuevo del grupo, todos reímos y os tomamos un poco el pelo.

Yo reía sólo por fuera, intenté no dar mucha importancia y continué a hablar con Alicia y con Fran. Me llamaron de otra mesa, gente que no veía desde hacía años, mi oportunidad para huir. Después de saludar y abrazar a estos viejos amigos, tenía que salir, sentía todo un manto de tristeza que me cubría, el interior del restaurante, me quedaba pequeño. Acababa de mirar hacia vuestra mesa y Santi ya tenía un brazo sobre tu espalda te decía algo al oido, y tu reías. Vosotros os mirabais, yo os miraba y Alicia me miraba.
Guiñé un ojo a Alicia levantando mi vaso para hacer un brindis con ella desde el fondo del restaurante y salí. Tenía que salir.

Apoyado contra la pared de 'penas', miraba las torres de la catedral reflejadas en el agua usada por el coche de la limpieza del ayuntamiento. No pensaba a nada, en el fondo yo siempre era feliz de volver a casa. Ahora veía la luna detras de las nubes. No escuche que alguien llegaba y se apoyaba al muro a mi lado. "Qué buscas alli arriba que no puedas tener aquí?", yo dije "a tí".

Ese "a tí", no había salido de mi boca. Había salido de mi corazón, había atraversado mi pecho,subido por el esofago, llegado hasta mi garganta y alli en vez de subir hasta mi cerebro y quedarse en una idea, había decidido de girar a la derecha atraversar mi boca y estallar en el aire. Mis ojos se habían abierto como platos llenos de postres porque veía como acogías mi voz pura y sin control. Veía mi voz entrando por tus oídos, atraversar tu cabeza, girar a la izquierda y bajar hacia tu garganta, te vi tragar saliba y sabía que mi voz iba también allí, dentro de tí. Mi voz seguía bajando por tu esofago y la vi atraversar tu pecho para llegar a tu corazón.

Como si fuese un niño que había roto algo importante, con ese miedo miré tus ojos, yo estaba allí, desnudo delante de tí. Me quitaste la copa de mis manos, bebiste un trago y me dijiste algo como, "no sé que tienes, no sé bien qué es lo que es, no sé si es esta tristeza infinita que te rodea. Sólo se que hay algo en tí que me engancha". "Perdona, pero con el ruido de este coche de la limpieza  no escucho bien, te puedes acercar un poco, por favor". Te acercaste aún más. "Si, decìa que no sé lo que es, pero siento que estoy enganchado a tí". "Perdòname, debo tener aun los oîdos cerrados del vuelo y con el jaleo de esta terraza y el coche ese...no escucho nada, te puedes acercar más..". Tu cara estaba al lado de la mia, tu estabas susurrando en mi oido, pusiste tu mano sobre mi hombro y yo tocaba tu brazo. Me dijiste lentamente las palabras que yo ya habia escuchado dos veces y mientras yo aprovechaba para recoger el aliento que salía de tu boca mientras me susurrabas, apoye lentamente mi mejilla sobre la tuya para que me lo dijeses aún más claro. Tu te diste cuenta que yo ya habia escuchado tres veces todo, pero no te despegaste de mí. Sin separar tu piel de la mía tu mejilla acaricio mi mejilla, hasta que mis labios encontraros los tuyos.

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